Mons. Óscar Blanco Martínez
El evangelista San Juan, este
domingo tercero de pascua, nos describe a unos pescadores frustrados después de
trabajar inútilmente toda la noche en el lago de Tiberiádes. Se les aparece,
entonces, Jesús y les pregunta: “¿Tienen pescados?” ellos contestaron: “No.”
Jesús les dice: “Echen la red a la derecha de la barca y encontrarán”. El
resultado fue espectacular. Esa experiencia se les quedó grabada en la memoria
para siempre.
La escena nos muestra un contraste
entre fracaso y éxito que nos hace reflexionar sobre la eficacia del trabajo, cuando
realizamos las actividades confiadas exclusivamente en los recursos humanos y
técnicos, estamos condenados al fracaso; cuando las emprendemos con espíritu de
fe y sabiendo que se trata de la obra de Dios, el resultado será diferente.
Debemos poner todos los medios como si el éxito dependiera de nosotros para,
finalmente, dejarlo todo en manos de Dios, creador de la casa de todos, donde
todos podemos vivir, trabajar y tener que comer.
Me dirijo a los
trabajadores y trabajadoras para saludarlos y felicitarles en su día. Un saludo
que implica: preocupación, oración, interés, búsqueda de soluciones. Invitarles
a que en sus relaciones laborales cumplan con sus deberes, exijan sus derechos,
teniendo en cuenta que tanto Uds., como sus empleadores son personas humanas,
hijos de Dios y que el diálogo sincero y honesto, basado en hechos, debe ser
siempre el camino de todo progreso.
Recuerden, queridos trabajadores
y trabajadoras, que las graves necesidades que Uds. tienen deben ser vistas
también con un sentido cristiano de la vida. Que los bienes materiales tan
necesarios, aún conseguidos, no llenan plenamente el corazón del hombre. Que
hay también otros valores de dignidad, rectitud, honestidad, responsabilidad,
amor y esfuerzo que deben ser buscados con ansiedad. Que siendo cristianos
tenemos también un destino más allá de la vida. Que hay en el ser humano deseos
insatisfechos de felicidad que sólo podrán ser totalmente cumplidos cuando podamos
decir con San Agustín: "Nos hiciste, Señor, para ti, y nuestro corazón
estará inquieto, hasta que descanse en ti".
La Iglesia estará siempre al
lado de las justas reivindicaciones de los trabajadores y ella lo hará como
madre y maestra, sin identificarse con movimientos o ideologías o
subordinándose a otros intereses. A la Iglesia le anima lo que nos enseña el Concilio: “Los gozos y las esperanzas, las tristezas y las angustias de los
hombres, de nuestro tiempo, son a la vez gozos y esperanzas, tristezas y
angustias de los discípulos de Cristo”. (GS1)
Rezamos a nuestra madre
Guadalupe de Ayquina y a San José Obrero, para que, en nuestro país, región y
provincia, se valore, respete y cuide la vida del trabajo y los trabajadores. Que
Dios los bendiga.
+Oscar